sábado, 29 de marzo de 2008

NOTICIA: El cocido 'bomba'

Agentes del Cuerpo Nacional de Policía acordonaron el domingo una calle de Madrid al confundir con una bomba la cazuela en la que un vecino de Torrelavega (cANTABRIA) guardaba el cocido montañés que le había preparado su madre. Claro que la confusión tiene su aquel. Y más en estos tiempos. No está el horno para bollos ni el fogón para cocidos.

Torrelaveguense, de 27 años, obrero del cine (monta decorados) y residente en la capital, Pedro llegó a Madrid tras disfrutar de la Semana Santa junto a su familia y dispuesto a encarar una semana, esta, cargada de actividades. Entre ellas, una relacionada con el 'atrezzo' de la película que el puertorriqueño Benicio del Toro rueda actualmente: 'Guerrilla'. Encarna al Ché.

Camino de casa, el joven decidió parar en la de una amiga, que vive en pleno centro de Madrid. Cuando llegó, estacionó el coche -un Volkswagen Golf que está a nombre de su padre- se bajó y se marchó andando. El 'atentado' iba a comenzar.

Dudando de si había cerrado el coche, Pedro regresó al turismo, miró a través de una ventanilla, se cercioró de que los seguros estaban echados y se volvió a marchar -ahora a la carrera- dejando atrás su aspecto, un poco desarreglado, su prisa, un mucho sospechosa, y un vehículo con matrícula de Santander en el que asomaban un misterioso recipiente tapado (la cazuela con el cocido), cables (la instalación de los altavoces) y un móvil (el suyo). La cazuela sobre los cables, en el maletero, y el móvil, pantalla arriba, en el asiento del copiloto. Todo colocado. Y todo visible.

Y claro, al señor que pasaba por allí, todo esto le pareció muy raro. Un tío desarreglado y con barbas que sale corriendo de un coche (que, la verdad, sólo le faltó llevar un cartel de ETA en la espalda), un coche del norte que esconde ollas, cables y móviles... Muy Raro. Y llamó al 091.

Un cocido montañés

Dando crédito a aquella llamada, el Cuerpo Nacional de Policía movilizó a numerosas patrullas hasta el lugar, donde los expertos se pusieron a trabajar inmediatamente después de que la zona fuera acordonada.

Y cuanto más trabajaron, más se empeoraron las cosas.

La Policía revisó el vehículo, se percató de que, efectivamente, en el maletero había un recipiente con cables, y se lo tomó en serio. Y más en serio que se lo tomó cuando revisó la grabación de una cámara de vigilancia de un edificio cercano y vio a un tío corriendo por la calle.

Con los nervios ya a flor de piel, los agentes lograron contactar con el dueño del coche (que no era el que vieron abandonar el vehículo) para saber si se lo habían robado. Fue entonces cuando la madre de Pedro, alucinada al oír que en su coche podría haber una bomba, se dio cuenta de lo que sucedía e intentó tranquilizar a los agentes y deshacer este enredo llamando al chico al móvil.

Y como todo es susceptible de empeorar, pues ahí va el remate. Con toda su buena intención, la madre del chaval llamó a su hijo y en el coche empezó a iluminarse un teléfono poniendo los pelos de punta a los policías, que llegaron a pensar que la bomba supuesta se estaba activando.

A punto estaban los artificieros de 'achicharrarle' el cocido cuando Pedro, a quien localizaron a través del móvil de la amiga a la que había ido a ver en esa calle, se apareció por allí para explicar lo que guardaba en el recipiente con la risa contenida.

FUENTE:El diario montañes

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